martes, 17 de junio de 2014

Mi salida del cielo

El dedo índice de mi mano izquierda estaba literalmente a cinco milímetros del picaporte de las puertas del cielo.

-Respira... ¡RESPIRA!
Una carnosa, caliente y sudorosa mano me apretaba fuerte la mía. Unos pitidos y voces sorprendidas y alteradas cuchicheaban a mi alrededor. Seguía teniendo una bata blanca. Pero ya no había puertas del cielo ni dulces voces en mi cabeza que me invitaban a entrar en ellas.
La persona a la que más amaba era la que estaba al lado de mi camilla con lágrimas en los ojos.

Abrí despacio los ojos y todas las personas de mi familia y él. Aunque él era ya más parte de mi familia. Era la persona a la que más había visto. Más que a mi padre, que después de lo que había hecho, por eso nos íbamos ya.

-Cariño... ¿estás bien?
-He... visto el cielo.

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