domingo, 8 de junio de 2014

Despedida

PORQUE ODIO LAS DESPEDIDAS.
Un último adiós para mí y para ti. ¿Por qué tenías que irte?

-Quédate aquí. Se mi amiga, mi mejor compañera, la persona a la que le daré mi último adiós.
-Y así será. Vente conmigo. Compartiremos nuestras vidas juntos.
-No puedo, ¿tienes que irte?
-¿Tanto te cuesta decirme adiós?
Aquellas palabras se las llevó el viento. Me miraste. Te miré.
-Eres una persona especial en mi vida.
-Tú también ocuparás el lugar de un amigo inolvidable en mi corazón.
No soportaba oír de sus labios rosados y carnosos a los que desaba besar, oír la palabra amiga.
-Amiga.
La palabra que más odiaba que apareciera en la nuestra relación salió como un dulce susurro, que se evaporó al instante mientras me acercaba para besarla. Sus labios eran de fresa, cariñosos y rosas como la flor.
Mi último gesto, mi último adiós que vería. Esperaba sus últimas palabras.
Un último beso de su parte fueron sus últimas palabras. Me correspondía el amor más verdadero que existió mientras aquello continuara viviendo.
Aquello fue lo último que recordé de ella. Su último beso, su último gesto. Sus últimas palabras.
Pero con eso me conformaba. Y es que es cierto lo que dicen: EL BESO MÁS DIFÍCIL NO ES EL PRIMERO, SINO EL ÚLTIMO.
Pero la amaba, pasaría sin ella todos los años que me quedaba de vida, no le sería infiel. Porque nunca la olvidaría. Pues nunca me despedí de ella, porque...

ODIO LAS DESPEDIDAS.

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